Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

I Macabeos 10, 24-87

24 Les escribiré también yo con ofrecimientos de dignidades y
riquezas para que sean auxiliares míos.»

25 Y les escribió en estos términos:

26 El rey Demetrio saluda a la nación de los judíos. Nos hemos
enterado con satisfacción de que habéis guardado los términos de nuestra
alianza y perseverado en nuestra amistad sin pasaros al bando de nuestros
enemigos.


27 Continuad, pues guardándonos fidelidad y os recompensaremos
por todo lo que por nosotros hagáis.

28 Os descargaremos de muchas obligaciones y os concederemos
favores.

29 Y ya desde ahora os libero y descargo a todos los judíos de las
contribuciones, del impuesto de la sal y de las coronas.

30 Renuncio también de hoy en adelante a percibir el tercio de los
granos y la mitad de los frutos de los árboles que me correspondían, del país
de Judá y también de los tres distritos que le son anexionados de Samaría -
Galilea... a partir de hoy para siempre.

31 Jerusalén sea santa y exenta, así como todo su territorio, sus
diezmos y tributos.

32 Renuncio asimismo a mi soberanía sobre la Ciudadela de
Jerusalén y se la cedo al sumo sacerdote que podrá poner en ella
de
guarnición a los hombres que él elija.

33 A todo judío llevado cautivo de Judá a cualquier parte de mi reino,
le devuelvo la libertad sin rescate. Todos queden libres de tributo, incluso
sobre sus ganados.

34 Todas las fiestas, los sábados y los novilunios y, además del día
fijado, los tres días que las preceden y los tres que las siguen, sean todos
ellos días de inmunidad y franquicia para todos los judíos residentes en mi
reino:

35 nadie tendrá autorización para demandarles ni inquietarles a
ninguno de ellos por ningún motivo.

36 En los ejércitos del rey sean alistados hasta 30.000 judíos que
percibirán la soldada asignada a las demás tropas del rey.

37 De ellos, algunos serán apostados en las fortalezas importantes del
rey y otros ocuparán puestos de confianza en el reino. Sus oficiales y jefes
salgan de entre ellos, y vivan conforme a sus leyes, como lo ha dispuesto el
rey para el país de Judá.

38 Los tres distritos incorporados a Judea, de la provincia de Samaría,
queden anexionados a Judea y contados por suyos, de modo que, sometidos
a un mismo jefe, no acaten otra autoridad que la del sumo sacerdote.

39 Entrego Tolemaida y sus dominios como obsequio al Lugar Santo
de Jerusalén para cubrir los gastos normales del Lugar Santo.

40 Por mi parte, daré cada año 15.000 siclos de plata, que se tomarán
de los ingresos reales en las localidades convenientes.

41 Todo el excedente que los funcionarios no hayan entregado como
en años anteriores, lo darán desde ahora para las obras de la Casa.

42 Además, los 5.000 siclos de plata que se deducían de los ingresos
del Lugar Santo en la cuenta de cada año, los cedo por ser emolumento de
los sacerdotes en servicio del culto.


43 Todo aquel que por deudas con los impuestos reales, o por
cualquier otra deuda, se refugie en el Templo de Jerusalén o en su recinto,
quede inmune, él y cuantos bienes posea en mi reino.

44 Los gastos que se originen de las construcciones y reparaciones en
el Lugar Santo correrán a cuenta del rey.

45 Los gastos de la construcción de las murallas de Jerusalén y la
fortificación de su recinto correrán asimismo a cuenta del rey, como
también la reconstrucción de murallas en Judea.»

46 Cuando Jonatán y el pueblo oyeron tales ofrecimientos, no les
dieron crédito ni los aceptaron, porque recordaban los graves males
que
Demetrio había causado a Israel y la opresión tan grande a que les
había
sometido.

47 Se decidieron, pues, por el partido de Alejandro que, a su parecer,
les ofrecía mayores ventajas y fueron aliados suyos en todo tiempo.

48 El rey Alejandro juntó un gran ejército y acampó frente a
Demetrio.

49 Los dos reyes trabaron combate y salió huyendo el ejército de
Alejandro. Demetrio se lanzó en su persecución y prevaleció sobre ellos.

50 Mantuvo vigorosamente el combate hasta la puesta del sol. Pero
en aquella jornada Demetrio sucumbió.

51 Alejandro envió embajadores a Tolomeo, rey de Egipto, con el
siguiente mensaje:

52 «Vuelto a mi reino, me he sentado en el trono de mis padres y
ocupado el poder después de derrotar a Demetrio y hacerme dueño de
nuestro país;

53 porque trabé combate con él y luego de derrotarle a él y a su
ejército, nos hemos sentado en su trono real.

54 Establezcamos, pues, vínculos de amistad entre nosotros y dame a
tu hija por esposa; seré tu yerno y te haré, como a ella, presentes dignos de
ti.»

55 El rey Tolomeo le contestó diciendo: «¡Dichoso el día en que,
vuelto al país de tus padres, te sentaste en el trono de su reino!

56 Pues bien, haré por tí lo que has escrito. Pero ven a encontrarme
en Tolemaida donde nos veamos el uno al otro, y te tomaré por yerno como
has dicho.»

57 Tolomeo partió de Egipto llevando consigo a su hija Cleopatra y
llegó a Tolemaida. Era el año 162.

58 El rey Alejandro fue a su encuentro, y Tolomeo le entregó a su
hija Cleopatra y celebró la boda en Tolemaida con la gran
magnificencia
que suelen los reyes.

59 El rey Alejandro escribió a Jonatán que fuera a verle.


60 Partió éste con gran pompa hacia Tolemaida, se entrevistó con los
reyes, les dio a ellos y a sus amigos plata y oro, les hizo
numerosos
presentes y halló gracia a sus ojos.

61 Entonces se unieron contra él algunos rebeldes, peste de Israel,
para querellarse de él, pero el rey no les hizo ningún caso;

62 antes bien, dio orden de que le quitaran a Jonatán sus vestidos y le
vistieran de púrpura. Cumplida la orden,

63 le hizo el rey sentar a su lado y dijo a sus capitanes: «Salid con él
por medio de la ciudad y anunciad a voz de heraldo que nadie le levante
acusación alguna ni le molesten por ningún motivo.»

64 Sus acusadores, que vieron el honor que a voz de heraldo se le
hacía y a él vestido de púrpura, huyeron todos.

65 El rey, queriendo honrarle, le inscribió entre sus primeros amigos
y le nombró estratega y meridarca.

66 Jonatán regresó a Jerusalén con paz y alegría.

67 El año 165, Demetrio, hijo de Demetrio, vino de Creta al país de
sus padres.

68 Al enterarse el rey Alejandro, quedó muy disgustado y se volvió a
Antioquía.

69 Demetrio confirmó a Apolonio como gobernador de Celesiria, el
cual, juntando un numeroso ejército, acampó en Yamnia y envió a decir a
Jonatán, sumo sacerdote:

70 «Tú eres el único en levantarte contra nosotros, y por tu causa he
venido a ser yo objeto de irrisión y desprecio. ¿Por qué ejerces tu
poder
contra nosotros desde las montañas?

71 Si es que tienes confianza en tus fuerzas, baja ahora a encontrarte
con nosotros en la llanura y allí nos mediremos, que conmigo está la fuerza
de las ciudades.

72 Pregunta y sabrás quién soy yo y quiénes los auxiliares nuestros.
Ellos dicen que no podréis manteneros frente a nosotros, que ya dos veces
tus padres fueron derrotados en su país,

73 y que ahora no podrás resistir a la caballería y a un ejército
tan
grande en la llanura donde no hay piedra, ni roca, ni lugar donde huir.»

74 Cuando Jonatán oyó las palabras de Apolonio, se le sublevó el
espíritu. Escogió 10.000 hombres y partió de Jerusalén. Su hermano Simón
fué a su encuentro para ayudarle.

75 Acampó frente a Joppe. Los de la ciudad le cerraron las puertas,
porque había en Joppe una guarnición de Apolonio. La atacaron

76 y la gente de la ciudad, atemorizada, les abrió las puertas, y
Jonatán se hizo dueño de Joppe.

77 Cuando Apolonio se enteró, puso en pie de guerra 3.000 jinetes y
un numeroso ejército y partió en dirección a Azoto, como que quería pasar


por allí, pero al mismo tiempo se iba adentrando en la llanura porque tenía
mucha caballería y confiaba en ella.

78 Jonatán fue tras él persiguiéndole hacia Azoto y ambos ejércitos
trabaron combate.

79 Había dejado Apolonio mil jinetes ocultos a espaldas de ellos.

80 Se dio cuenta Jonatán de que a sus espaldas había una emboscada.
Estos rodearon su ejército y dispararon tiros sobre la tropa desde la mañana
hasta el atardecer;

81 pero la tropa se mantuvo firme, como lo había ordenado Jonatán, y
los caballos de los enemigos se cansaron.

82 Sacó entonces Simón su ejército y atacó a la falange - pues ya la
caballería estaba agotada - la derrotó y puso en fuga,

83 mientras la caballería se desbandaba por la llanura. En su huida
llegaron a Azoto y entraron en Bet Dagón, el templo de su ídolo,
para
salvarse.

84 Pero Jonatán prendió fuego a Azoto y a las ciudades que la
rodeaban , se hizo con el botín y abrasó el templo de Dagón y a los que en
él se habían refugiado.

85 Los muertos por la espada y los abrasados por el fuego fueron
unos 8.000 hombres.

86 Partió de allí Jonatán y acampó frente a Ascalón, donde los
habitantes salieron a recibirle con grandes honores.

87 Luego Jonatán regresó a Jerusalén con los suyos, cargados de rico

botín.